PREESCOLAR

 

 

Dimensión cognoscitiva

Esta  dimensión tiene  como  objetivo  general  mejorar la  forma  de relacionarse  el  niño
con otros niños, padre  y adultos, con el  fin  de contribuir  a  su  desarrollo  integral. Esta 
dimensión tiene tres (3) propósitos fundamentales, los cuales son:
1. La búsqueda de la independencia del niño. 
2. La búsqueda de la consistencia del niño. 
3. El desarrollo autónomo de valores.
Esta dimensión es fundamental en el desarrollo intelectual del niño y se encuentra íntima­
mente relacionada con lo socio­afectivo. Esta disposición cognoscitiva se establece por la 
maduración biológica y por el aprendizaje previo, que ha sido acumulado a través de la ex­
ploración personal y las experiencias sociales.
El  término  cognoscitivo  proviene  del  latín "cognoscere", que  significa  conocer. El  funciona­
miento  cognoscitivo  se  pude considerar como  un acto  o  proceso  de conocer, que  incluye 
darse  cuenta,  y juicio.  Algunos denominan el  funcionamiento  cognoscitivo,  funcionamiento 
mental  o  intelectual. El desarrollo  cognoscitivo  se  refiere  a  la  profundidad y amplitud cada 
vez mayor del funcionamiento intelectual y mental que ocurre a medida que el individuo madura. 
La meta es fomentar el desarrollo cognoscitivo en los primeros años de vida del niño, por lo 
que éste debe aprender a:
• Comprender el mundo que lo rodea.
• Comprender a la gente y las cosas.
• Comprender su cuerpo y sentimientos, cómo cuidarse a sí mismo.
• Simbolizar, usando el lenguaje y medios para comunicarse.
• Hacer elecciones y tomar decisiones y volverse independiente.
• Hacer lo que está correcto de acuerdo con los valores del lugar o comunidad en general.
 
Para entender las capacidades cognitivas del niño de preescolar, hay que centrarse en lo que
éste sabe y hace en cada momento, su relación y acción con los objetos del mundo y la mediación 
que ejercen las personas de su contexto familiar, escolar y comunitario para el logro de 
conocimientos en una interacción en donde se pone en juego el punto de vista propio  y el  de los
otros, se  llega a  acuerdos, se  adecúan  lenguajes y se  posibilita  el ascenso hacia nuevas
zonas de desarrollo. 
 
Para el desarrollo del aspecto cognoscitivo del niño, el profesor se podrá apoyar en actividades que tengan 
que ver con las matemáticas, ciencias y sociales. 
La  dimensión  cognitiva  es  propia  de  las  actividades  en  las  áreas  de    matemáticas, 
ciencias y sociales. 
Dimensión socio­afectiva
Según el Ministerio de Educación Nacional, la comprensión de la dimensión socio­afectiva 
hace evidente la importancia que tiene la socialización y la afectividad en el desarrollo armó­
nico e integral en los primeros años de vida incluyendo el periodo de tres a cinco años.
El desarrollo socio­afectivo en el niño juega un papel fundamental en el afianzamiento de su
personalidad,  autoimagen,  autoconcepto  y  autonomía, esenciales para  la  consolidación 
de su subjetividad, como también en las relaciones que establece con los padres, hermanos,
docentes, niños y adultos cercanos a él; de esta forma va logrando crear su manera personal 
de vivir, sentir y expresar emociones y sentimientos frente a los objetos, animales y personas
del  mundo,  la  manera  de actuar, disentir  y juzgar sus propias actuaciones y las de los de­
más, al igual que la manera de tomar sus propias determinaciones.
La emocionalidad en el  niño es intensa,  domina  parte  de sus acciones, pero  es igualmente 
cambiante: de estados de retraimiento  y tristeza,  puede pasar a la alegría  y el  bullicio, olvidando 
rápidamente  las causas que provocaron la  situación anterior. El control  sobre  sus
emociones es débil, no pone distancia entre él y sus sentimientos y difícilmente llega a criticarlos,
juzgarlos o  corregirlos; es impulsivo  y vive  con profundidad  sus penas y alegrías,
haciendo a veces que sus temores sean intensos.
El niño pone emoción y sentimiento en todo lo que hace, y mucho más aun cuando la actividad es
lúdica; por ello las realiza con entusiasmo o por el contrario se niega con gran resistencia a realizarlas.
 
El niño va logrando su desarrollo afectivo a través de esta emotividad y sus diferentes
manifestaciones, de la misma forma como las otras personas, especialmente los más
cercanos y significativos para  él,  como  docentes, adultos, amigos, las asumen y le 
ayudan a vivirlas.
Una relación positiva con ellos es estimulante y eficaz, así como una negativa malogra los
esfuerzos de los niños y crea riesgo de desarrollar cualquier tipo de conductas frustradas
o sentimientos de fracaso. 
Procurar un adecuado  desarrollo  socio­afectivo  del  niño  implica facilitar la expresión de
sus emociones, tanto de ira, rabia, temor, llanto, como también de bienestar, alegría, gozo, 
amor, entusiasmo. Darle seguridad en sus acciones, facilitando la oportunidad de escoger,
decidir y valorar dentro de una  relación de respeto  mutuo, de aceptación,  de
cooperación voluntaria, de libertad de expresión, de apreciación de sus propios valores y de
solidaridad y participación, hace parte de la formación para la vida, por cuanto permite a 
los niños ir creando su propio esquema de convicciones morales y de formas de relacio­
narse con los demás.
La dimensión socio­afectiva es propia de las actividades dentro del salón de clase, 
y fuera de éste como en el recreo o la merienda.
Esta dimensión debe ser permeable en todas las actividades del preescolar, sin 
embargo, hay momentos en que debe hacerse de manera intencional. 
Dimensión de percepción y motricidad
Esta  dimensión está  relacionada  tanto  con la  ejercitación de la  percepción,  como  con el 
control voluntario que efectúa sobre sus actos motores. Los cuatro procesos básicos son:
 
Procesos perceptivos: Incluye la percepción visual, auditiva. olfativa y táctil.
Esquema motriz: Está relacionado con la capacidad de desarrollar la habilidad 
en la coordinación motriz fina y gruesa, visomotora y equilibrio.
Esquema corporal: Está relacionado con el desarrollo de la imagen y concepto 
corporal ajuste postural y lateralidad. 
Estructura espacio­temporal: Está relacionada con el desarrollo de la estructura 
espacial lateralidad. 
 
Según Collo  y colaboradores, es en el  comienzo  de la  etapa  del  preescolar (tres años de
edad), en donde ha concluido la fase fundamental de mielinización de las neuronas, lo cual 
permite  que  el  niño  esté  en condiciones de realizar actividades sensoriales y de  coordina­
ción de manera mucho más rápida y precisa. Además, es de resaltar la maduración notable 
del lóbulo frontal sobre los cinco años, que permite importantes funciones de regulación, pla­
neamiento de la conducta y actividades que eran inicialmente involuntarias, como es el caso 
de la atención, la cual, por ejemplo, se va haciendo más sostenida, menos lábil y más cons­
ciente. De  igual  forma, la  capacidad  perceptiva  es fundamental  para  el  desarrollo  de las
otras capacidades que se sintetizan o unifican en el proceso de pensar.
La expresividad del  movimiento  se  traduce  en la  manera  integral  como  el  niño actúa y se 
manifiesta ante el mundo con su  cuerpo: "en  la  acción  del  niño se  articula toda  su  afectivi­ 
dad,  todos sus deseos, todas sus representaciones, pero  también  todas sus posibilidades
de comunicación y conceptualización". Por tanto, cada niño posee una expresividad corporal 
que lo identifica y debe ser respetada en donde sus acciones tienen una razón de ser.
A partir  de esta  concepción,  se  plantean  tres  grandes  objetivos que  se  complementan  y
enriquecen mutuamente: hacer del  niño  un ser de comunicación,  hacer del  niño  un ser de
creación, y favorecer el acceso hacia nuevas formas de pensamiento, por lo cual, al referir­
nos a la dimensión corporal, no es posible mirarla sólo desde el componente biológico, fun­
cional  y neuromuscular, en busca  de una  armonía  en el  movimiento  y en su  coordinación, 
sino incluir también las otras dimensiones, recordando que el  niño actúa como un todo po­
niendo en juego su ser integral.
Se podría decir entonces que desde la dimensión corporal, se posibilita la construcción mis­
ma de la persona, la constitución de una identidad, la posibilidad de preservar la vida, el ca­
mino de expresión de la conciencia y la oportunidad de relacionarse con el mundo. 
 

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Dimensión del lenguaje o comunicativa 

Se parte del principio de que la comunicación y la expresión son aspectos fundamen­ 
tales en el desarrollo del niño. El desarrollo de vocabulario y del uso de lenguaje funcional 
en la población infantil es determinado, en parte, por el grado en que los padres y otras personas
significativas entablan conversaciones sostenidas con ellos, les hacen y les responden
preguntas y ponen atención y responden a comentarios de los niños.
Para el Ministerio de Educación Nacional, la dimensión comunicativa en el niño está dirigida 
a expresar conocimientos e ideas sobre las cosas, acontecimientos y fenómenos de la realidad; 
a  construir mundos posibles; a  establecer relaciones para  satisfacer necesidades, formar
vínculos afectivos, expresar emociones y sentimientos.
Los mecanismos innatos podrían ser suficientes para permitir a los niños desarrollar una es­
tructura de  lenguaje completa, pero como lo establecen Neimark y Santa, en 1975, ésta no 
es suficiente para asegurar un buen funcionamiento del lenguaje.
Para el niño de preescolar, el uso cotidiano del idioma, su lengua materna en primera instancia,
y de las diferentes formas de expresión y comunicación, le permiten centrar su atención 
en el contenido de lo que desea expresar a partir del conocimiento que tiene o va elaborando
de un acontecimiento,  constituyéndose  el  lenguaje en la  forma  de expresión  de su  pensa­
miento. Por tanto, las oportunidades que facilitan y estimulan el uso apropiado de un sistema 
simbólico de forma comprensiva y expresiva, potencian el proceso de pensamiento. 
Toda forma de comunicación que establece el niño se levanta sobre las anteriores, las trans­
forma  en cierta  medida,  pero  de ninguna manera  las suprime, a  mayor edad del  niño, con
mayor flexibilidad utiliza todos los medios a su alcance. 
Entre más variadas y ricas son sus interacciones con aquellos que lo rodean y con las
producciones de la  cultura, más fácilmente  transforma  sus maneras de comunicarse,
enriquece su lenguaje y expresividad, e igualmente diversifica los medios para hacerlo 
mediante la apropiación de las nuevas posibilidades que le proporciona el contexto. 
Se parte del principio de que la comunicación y la expresión son aspectos fundamenta­
les en el desarrollo del niño. El niño utiliza tres (3) tipos de lenguaje: oral, grafico y corporal. 
Como actividades propias del lenguaje se sugieren medios como los títeres, poesía, 
dramatizaciones, lectura de cuentos y canciones, entre otros. 
 

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DIMENCION SOCIO-AFECTIVA 

 

La comprensión de la dimensión socio-afectiva hace evidente la importancia que tiene la socialización y la afectividad en el desarrollo armónico e integral en los primeros años de vida incluyendo el periodo de tres a cinco años. 

El desarrollo socio-afectivo en el niño juega un papel fundamental en el afianzamiento de su personalidad, auto imagen, auto concepto y autonomía, esenciales para la consolidación de su subjetividad, como también en las relaciones que establece con los padres, hermanos, docentes, niños y adultos cercanos a él, de esta forma va logrando crear su manera personal de vivir, sentir y expresar emociones y sentimientos frente a los objetos, animales y personas del mundo, la manera de actuar, disentir y juzgar sus propias actuaciones y las de los demás, al igual que la manera de tomar sus propias determinaciones. 

La emocionalidad en el niño es intensa, domina parte de sus acciones, pero es igualmente cambiante: de estados de retraimiento y tristeza, puede pasar a la alegría y el bullicio, olvidando rápidamente las causas que provocaron la situación anterior. El control sobre sus emociones es débil, no pone distancia entre él y sus sentimientos y difícilmente llega a criticarlos, juzgarlos o corregirlos; es impulsivo y vive con profundidad sus penas y alegrías, haciendo a veces que sus temores sean intensos. El niño pone emoción y sentimiento en todo lo que hace, y mucho más aún cuando la actividad es lúdica, por ello las realiza con entusiasmo o por el contrario se niega con gran resistencia a realizarlas.

El niño va logrando su desarrollo afectivo a través de esta emotividad y sus diferentes manifestaciones, de la misma forma como las otras personas, especialmente los más cercanos y significativos para él, como docentes, adultos, amigos, las asumen y le ayudan a vivirlas. Una relación positiva con ellos es estimulante y eficaz, así como una negativa malogra los esfuerzos de los niños y crea riesgo de desarrollar cualquier tipo de conductas frustradas o sentimientos de fracaso. 

Procurar un adecuado desarrollo socio - afectivo del niño implica facilitar la expresión de sus emociones, tanto de ira, rabia, temor, llanto, como también de bienestar, alegría, gozo, amor, entusiasmo, darle seguridad en sus acciones, facilitando la oportunidad de escoger, decidir y valorar dentro de una relación de respeto mutuo, de aceptación, de cooperación voluntaria, de libertad de expresión, de apreciación de sus propios valores y de solidaridad y participación, hace parte de la formación para la vida, por cuanto permite a los niños ir creando su propio esquema de convicciones morales y de formas de relacionarse con los demás.

 

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DIMENSION COORPORAL 

 

En el transcurso de los años preescolares, como consecuencia de su desarrollo físico, en el cual se encuentran las estructuras óseo-musculares, los niños no dejan de aumentar regularmente su talla y peso, a una velocidad de crecimiento más lenta de lo que ha sido durante sus primeros años de vida; el cerebro continúa también su desarrollo, el cual ahora está en un proceso de arborización de las dendritas y conexión de unas neuronas con otras. Este proceso, iniciado en la gestación, se intensifica al máximo hasta los cinco años. 

En el comienzo del preescolar, a los tres años de edad, ya ha concluido la fase fundamental de mielinización de las neuronas, con lo cual se está en condiciones de realizar actividades sensoriales y de coordinación de manera mucho más rápida y precisa. Es de resaltar la maduración notable del lóbulo frontal sobre los cinco años, que permite importantes funciones de regulación, planeamiento de la conducta y actividades que eran inicialmente involuntarias, como es el caso de la atención, la cual por ejemplo, se va haciendo más sostenida, menos lábil y más consciente. De igual forma la capacidad perceptiva es fundamental para el desarrollo de las otras capacidades que se sintetizan o unifican en el proceso de pensar. 

En la educación preescolar se habla de psicomotricidad, concepto que surge como respuesta a una concepción que consideraba el movimiento desde el punto de vista mecánico y al cuerpo físico con agilidad, fuerza, destreza y no “como un medio para hacer evolucionar al niño hacia la disponibilidad y la autonomía”. 

La expresividad del movimiento se traduce en la manera integral como el niño actúa y se manifiesta ante el mundo con su cuerpo “en la acción del niño se articulan toda su afectividad, todos sus deseos, todas sus representaciones, pero también todas sus posibilidades de comunicación y conceptualización”. Por tanto, cada niño posee una expresividad corporal que lo identifica y debe ser respetada en donde sus acciones tienen una razón de ser.

A partir de esta concepción se plantean tres grandes objetivos que se complementan y enriquecen mutuamente: hacer del niño un ser de comunicación, hacer del niño un ser de creación y favorecer el acceso hacia nuevas formas de pensamiento, por lo cual, al referirnos a la dimensión corporal, no es posible mirarla sólo desde el componente biológico, funcional y neuromuscular, en busca de una armonía en el movimiento y en su coordinación, sino incluir también las otras dimensiones, recordando que el niño actúa como un todo poniendo en juego su ser integral. 

Se podría decir que desde la dimensión corporal se posibilita la construcción misma de la persona, la constitución de una identidad, la posibilidad de preservar la vida, el camino de expresión de la conciencia y la oportunidad de relacionarse con el mundo. En el comienzo del preescolar, a los tres años de edad, ya ha concluido la fase fundamental de mielinización de las neuronas, con lo cual se está en condiciones de realizar actividades sensoriales y de coordinación de manera mucho más rápida y precisa .

 

 

 

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